El banco de inversión alemán Deutsche Bank proyectó un valor promedio para la libra de cobre de US$2,07 para el ejercicio de 2016 y de US$2,14 para 2017. Para 2018, en tanto, espera US$2,42.
«Incluso tras publicar el recorte de c. 600kt de capacidad hasta ahora, aún prevemos un mercado mejor equilibrado para 2016 y 2017», dijo al entidad en un reporte enviado a clientes.
«Dada nuestra opinión de China y, por lo tanto, que el crecimiento global de la demanda de cobre seguirá siendo inferior a la anterior tendencia de hace cinco años, esperamos que el precio del cobre se mantenga bajo presión», agregó.
En su informe la firma explicó que en el lado positivo de su análisis ve una mejora en el gasto de infraestructura y una caída de inventarios que sugiere una recuperación de la demanda aparente. «La recuperación de la infraestructura en China y un poco de empuje en el sector inmobiliario llevaría a mejorar nuestro pronóstico de la demanda en 2016», comentó.
En cuanto al lado negativo, indicó que continúa viendo la persitencia de la deflación en la industria y, por lo, tanto el apoyo a la curva de costos también será menor una vez más. «Si el percentil 90 de la curva de costo C1 se mantiene como el nivel de soporte(nosotros creemos que sí lo hará), el precio del cobre podría transarse en hasta US$4.000 por tonelada. Nuestro pronóstico promedio para 2016 es de US$4.575 por tonelada y US$4.725 por tonelada en 2017», sostuvo.
Asimismo, mencionó que en el mercado mantiene arraigada una visión pesimista sobre el cobre, la que estima continuará durante el transcurso de 2016. Sin embargo, precisó que cree que el enfoque en el mercado se moverá de este punto hacia 2017 cuando las perspectivas para el cobre se vean más favorable.
Por otra parte, respecto a las cuatro grandes compañías mineras a nivel mundial -BHP Billiton, Glencore, Freeport y Codelco- destacó que estas tienen problemas técnicos con su cartera de minas. «Si bien estos no son insuperables, el mantenimiento de la actual producción requerirá una inversión continua significativa. En este contexto, al menos tres de las cuatro empresas tienen preocupaciones sobre sus niveles de deuda, que podrían restringir la inversión necesaria. Cualquier retraso en el capex podría dar lugar a un déficit más agudo hacia el final de la década», apuntó.